viernes, 5 de septiembre de 2014

HACIA UNA DEFINICION DE DIOS




Dios y un ateo

Durante toda su vida, el autor griego Nikos Kazantzakis (Zorba, La última tentación de Cristo) fue un hombre absolutamente coherente. Aunque abordase temas religiosos en muchos de sus libros –como una excelente biografía de san Francisco de Asís– siempre se consideró a sí mismo un ateo convencido. Y es precisamente de este ateo convencido, una de las más bellas definiciones de Dios que conozco:
“Nosotros miramos con perplejidad la parte más alta del espiral de fuerza que gobierna el Universo. Y la llamamos Dios. Podríamos darle cualquier otro nombre: Abismo, Misterio, Oscuridad Absoluta, Luz Total, Materia, Espíritu, Suprema Esperanza, Suprema Desesperación, Silencio. Pero nosotros la llamamos Dios, porque solo este nombre –por razones misteriosas– es capaz de sacudir con vigor nuestro corazón. Y, no cabe duda, esta sacudida es absolutamente indispensable para permitir el contacto con las emociones básicas del ser humano, que siempre están más allá de cualquier explicación o lógica”.

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