RESEÑA DEL LIBRO: El Cáncer Salvó Mi Vida: La historia que devela el secreto oculto detrás de la adversidad.
"Cómo pasé de sentirme perdido y sobrepasado por el Cáncer, con un inmenso temor a morir... A Lograr Sanar y Transformarme en una nueva persona, con más valía, poder y libertad". Un camino recorrido por alguien humano como tú, que comete errores y al enfrentarse a la adversidad más demandante de su vida vida -el diagnóstico de un cáncer- tomó decisiones que lo condujeron por un camino de altos y bajos hasta superarla.
Con mi historia resiliente no pretendo decirte cómo debes vivir tu vida, tampoco sugerir que mis decisiones fueron las mejores por el simple hecho de haber superado mi cáncer, y mucho menos insinuar que, por haberme curado soy mejor o peor a los que han muerto en brazos de esta enfermedad. No puedo ayudarte a trascender tu adversidad, pero sí acompañarte a experimentarte plenamente en ella, siendo allí donde puedes aprender todo lo necesario para transformarte y finalmente superarla.
En pocas palabras, te ofrezco un relato cronológico de mi historia de superación personal. Busco con esta dinámica invitarte a experimentar cómo fui viviendo cada etapa de lo que denomino mi "Camino de Sanación". Deseo replicar de la manera más fiel posible, cómo fueron sucediendo las cosas y cómo contribuyeron esas vivencias en mi sanidad. Este relato te brinda dos miradas fascinantes y complementarias: la del protagonista de la historia, viviendo en carne propia cada etapa de este camino y otra la del profesional, integrando las distinciones que me aportan el Coaching Ontológico.
Este camino me enseñó que no había que vencer al cáncer, ni a la muerte. Opuesto a todo lo aprendido previamente, deje de luchar en su contra y fue cuando pude acceder a su misterio mejor guardado, nunca antes imaginado por mí: "el Cáncer es un mensajero que vino a mostrarme cómo estaba devastando emocionalmente mi vida y me enseñó el camino para finalmente dejarlo ir en paz". De allí mi eslogan: "Con el cáncer no se lucha, se le escucha"
No necesitas ser una persona enferma para conectar empáticamente con el relato, no necesitas tener cáncer o haber sufrido uno para sacar provecho de él, solo basta entender que este libro utiliza la adversidad de un cáncer para exponer un camino posible, capaz de transformarte y acompañarte a superar cualquier conflicto que experimentes en la vida.
Al compartir mi experiencia y perspectiva, busco mostrarte la chispa de magnificencia que hay en tu interior y en la de todas las personas. Solo te brindo una oportunidad de despertar a esa Persona Resiliente dormida dentro de ti, para que te guíe a lo largo del resto de tu vida.Algunos de los aprendizajes que podré compartir contigo en este libro son: cómo pude...
- Soltar la lucha interna que creaba y sostenía mi adversidad.
- Reconocer a la adversidad/enfermedad como un portal de transformación a un nuevo modelo de vida más próspero y sano.
- Restarle poder a la muerte y ganarlo para mi proceso.
- Aumentar mi calidad de vida mientras recorría el camino de sanación.
- Crear un equipo de soporte que me apoyó adecuadamente para dejar ir la enfermedad.
- Relacionarme más efectivamente con mi entorno.
- Tomar conciencia de los "beneficios" ocultos que me mantenían apegado al cáncer.
- Dejar de ser víctima de mi situación y poder dormir en paz.
- Aceptar mi responsabilidad e inocencia ante mi enfermedad.
- Aprender por qué y para qué enfermé.
TOMADO DE:
https://books.google.es/books/about/El_C%C3%A1ncer_Salv%C3%B3_Mi_Vida_La_historia_qu.html?id=clZhwwEACAAJ&source=kp_book_description&redir_esc=y
Otra referencia de redimensionamiento de la enfermedad puede verse en esta muy interesante entrevista:
"El peor mito sobre el
cáncer es pensar que la gente lo tiene porque de alguna manera se lo ha
buscado"
Anne
Boyer, ganadora del Premio Pulitzer de Ensayo 2020
La
poeta y ensayista estadounidense Anne Boyer (Topeka, Kansas, 1973) acababa de
cumplir 41 años cuando le diagnosticaron un cáncer de pecho triple negativo,
uno de los más mortales que existen y que requería un tratamiento muy agresivo.
Madre
soltera, se ganaba la vida modestamente dando clases y no sabía entonces mucho
sobre el cáncer de mama. Pero lo aprendió…
Dice
que aprendió que la lógica capitalista con frecuencia considera que quienes
tienen cáncer en parte se lo merecen: por haber comido muchas salchichas
grasientas y poco brócoli, por haber bebido demasiadas cervezas, por no haber
salido a correr por las mañanas…
Descubrió
también que el cáncer está rodeado de mitos falsos y de clichés, como por
ejemplo pensar que una actitud positiva puede ayudar a curarlo. Se percató de
que el lenguaje que se utiliza para hablar de cáncer está pervertido, porque
sobrevivir al cáncer no es ganar una carrera y morir no es perderla.
Pero
sobre todo, cuenta, descubrió la brutalidad y la dinámica capitalista por la
que se rige el sistema de salud de Estados Unidos, uno de los países más ricos
del mundo…
Tras
practicarle una doble mastectomía, y casi sin que se pudiera mantener en pie, a
Anne Boyer la mandaron a su casa sin permitirle pasar ni una sola noche en el
hospital, exactamente igual que le sucede a aproximadamente el 45% de las
mujeres que se somete a ese tipo de intervención en EE.UU.
Con
las bolsas de drenaje aún cosidas al pecho, a los diez días de pasar por el
quirófano ya estaba trabajando dando clases.
Todo
eso, relata, le sirvió para recapacitar sobre la mortalidad y las políticas de
género relacionadas con la salud, sobre la diferente distribución del dolor y
del sufrimiento en función de la condición social y del género, sobre las
lógicas patriarcales, racistas, militaristas y capitalistas que marcan una
enfermedad de género como es el cáncer de pecho…
Fruto
de todo eso es su libro "Desmorir. Una reflexión sobre la enfermedad en un
mundo capitalista", publicado en español por la editorial Sexto Piso.
Ganador del Premio Pulitzer de Ensayo 2020, se trata de un texto excepcional
que mezcla autobiografía, filosofía, poemas, textos antiguos, datos y
estadísticas y estudios científicos.
En
"Desmorir" usted reflexiona sobre la mortalidad, un tema que hoy es
casi un tabú, especialmente en Estados Unidos. ¿Por qué no queremos pensar en
la muerte y por qué deberíamos en cambio hacerlo?
Estados
Unidos tiene una curiosa relación con la muerte. Sus películas, programas de
televisión y videojuegos están llenos de espléndidas representaciones de
muertes violentas. Los cadáveres ensucian nuestras pantallas, y nos venden eso
como entretenimiento.
Nuestro
lenguaje es a menudo igualmente crudo y violento, y nuestro ejército y nuestras
industrias son notorios traficantes de muerte alrededor del mundo.
Y,
sin embargo, cuando se trata de la muerte en sí misma -no su versión
cinematográfica- la escondemos, la desinfectamos, la subcontratamos, ya que
parece entrar en conflicto con la doctrina de la positividad a toda costa.
Si
no pensamos sobre la muerte de una manera intencionada y realista, nos quedamos
con estas versiones dañinas y manipuladoras de la misma.
Alrededor
del 50% de la población de los países industrializados tiene cáncer o
desarrollará cáncer. Sin embargo, todavía hay muchos mitos y clichés sobre el
cáncer. ¿Cuál es el peor?
El
peor mito es pensar que la gente con cáncer lo tiene porque de alguna manera se
lo ha buscado.
En
las últimas décadas también ha crecido la idea de que si una persona es
positiva y tiene buena actitud vital puede sobreponerse al cáncer. ¿Por qué
dice que es una idea profundamente perversa?
Porque
no es verdad. Las actitudes no nos provocan cáncer, ni nos lo curan.
El
mito de la actitud se reduce principalmente a imponer una norma de género en la
sociedad, es como decir a las mujeres que tienen que sonreír mientras caminan
por la calle.
En
"Desmorir" también explora la relación entre capitalismo y cáncer. El
sistema capitalista suele argumentar que los ricos son ricos porque se lo
merecen, porque han trabajado más duro que los pobres. ¿Ha impuesto el
capitalismo esa misma lógica respecto al cáncer?
El
capitalismo estadounidense ha impuesto una insidiosa lógica de individualismo
extremo y corrosivo que pone a todos en competición contra todos, y en
ocasiones a las personas contra sí mismas.
Los
enfermos, al fracasar y dejar de ser entidades capitalistas
"productivas" y competitivas, son vistos como perdedores, a menos que
sobrevivan, y desde ese punto de vista, son los muertos los perdedores y los
supervivientes los sujetos capitalistas apropiados.
En
el esquema capitalista se cree que todo es una opción y, por lo tanto, que el
cáncer también lo es. Esa retórica esconde que, en realidad, mucho de lo que
nos sucede no es fruto de nuestra elección, es un conjunto de condiciones
compartidas, de fuerzas históricas, de estructuras políticas sociales.
Pero
cuando eso se nos oculta, nos volvemos tan trastornados que comenzamos a creer
que cada uno de nosotros tiene el control incluso sobre la división patológica
de nuestras células.
El
cáncer hoy es más conocido que nunca y la medicina ha realizado grandes
avances, pero paradójicamente para muchos pacientes con cáncer en Estados
Unidos hoy es muy difícil tener acceso a un tratamiento adecuado. ¿Por qué la
industria de la salud se ha vuelto tan inhumana?
La
respuesta simple es: ganancia. Durante la pandemia de coronavirus, los
trabajadores sanitarios parece que han experimentado como nunca antes las
presiones destructivas de este modelo con fines de lucro, crisis de salud
mental, agotamiento, etc.
Si
la medicina estadounidense no está al servicio de los pacientes y no funciona
para los médicos, enfermeras y otros trabajadores, la pregunta es: ¿para quién
está? ¿Y quién decidió que fuera así?
Espero
que una de las consecuencias de esta crisis sea un clamor contra las
condiciones que hacen imposible la asistencia sanitaria tanto para los
pacientes como para los trabajadores.
¿Por
qué no le gusta el lazo rosa en apoyo de las enfermas de cáncer de mama? ¿Qué
tiene de malo?
No
me opongo al consuelo y a la solidaridad que se pueden encontrar en usar un
símbolo visual para unir a las personas que luchan contra una enfermedad, pero
la cultura del lazo rosa toma un impulso genuino y positivo de apoyo y lo
pervierte en una estructura de explotación y lucro.
No
necesitamos cintas rosas en los equipos de radioterapia, ni los necesitamos en
artículos de consumo fabricados con productos químicos peligrosos. En el
momento en que nuestro dolor se convierte en un producto, tenemos que decir no.
En
su libro confiesa que en los textos clásicos sobre el cáncer, como los de Susan
Sontag o Audre Lorde, no encontró lo que buscaba cuando le diagnosticaron a
usted misma cáncer de mama. ¿Por qué esos libros no la ayudaron?
Me
ayudaron, pero lo que no pude encontrar en ellos es un relato de la versión
contemporánea del cáncer: la enfermedad tal como se vive en el mundo de la
información, de las pantallas, bajo las fuerzas extremas de lucro que son el
motor de la atención médica en los Estados Unidos.
Mi
esperanza al escribir este libro es que se una a otros libros ya existentes
como un relato de nuestro tiempo.
Durante
su enfermedad, encontró mucho apoyo en los vídeos de YouTube de otras mujeres
con cáncer de mama triple negativo. ¿Por qué esos vídeos le consolaron?
Es
bastante difícil explicar qué efecto tuvieron en mí esas personas a las que no
conocía, y por esa razón escribir esa parte del libro fue particularmente
desafiante para mí.
Creo
que muchas personas con enfermedades graves han tenido la experiencia de
aprender de otros que comparten sus propias experiencias en las redes sociales.
Los
blogueros me brindaron una educación que ningún médico o enfermera podía darme,
una educación sobre los sentimientos, sobre cómo morir y cómo vivir.
¿Por
qué cree que es tan importante la solidaridad y compartir el dolor?
Creo
que si no compartimos el dolor corremos el riesgo de ser destruidos por él,
porque nos arriesgamos a creer falsamente que estamos solos. El dolor tiende a
atarnos en nosotros mismos, a menos que reconozcamos que es una experiencia
compartida.
Recientemente
escuché una oración budista: "Haz que pueda tener suficiente sufrimiento
para despertar en mí la más profunda compasión y sabiduría posibles", y
eso quizás sea el meollo.
Un
dolor compartido, un sufrimiento compartido, nos ayuda a convertir ese dolor en
compasión, nos ayuda a comprender la experiencia colectiva del ser humano.
Tomado de:
https://www.bbc.com/mundo/noticias-58413432
A manera de conclusión:
No existe una receta mágica que permita trascender/redimensionar las enfermedades/condiciones que afecten la vida, sin embargo, si observamos con atención, los dos relatos, quizás podemos, llegar a una serie de puntos comunes, que nos pudieran servir como una brújula, tanto para nosotros como para nuestros asesorados:
-La aceptación de la Hermana Muerte, como tan bellamente la bautizara San Francisco de Asís, definitivamente ello, es un trabajo a largo plazo, e implica como decía Carl Rogers, una labor, que implica la totalidad de nuestro ser, hasta las entrañas ( the guts ) y además obliga a la sustitución, de esas concepciones castigadoras y malévolas que usualmente vinculamos con el fallecer, cosa quizás algo utópica, ya que muchas de ellas provienen de nuestra cultura y es algo difícil su sustitución, es inevitable además, trabajar con la concepción de las PERDIDAS y las EXPECTATIVAS.
-Otro aspecto básico es el revisar/trabajar los presupuestos filosóficos que poseemos sobre ciertos aspectos de la vida:
- Es la vida justa??
- Merece la pena ser bueno?
- Dios/la Naturaleza nos castiga con enfermedades por nuestros pecados/abusos?
- Seré merecedor del Cielo o el Infierno?
-Existe un destino? Hasta que punto lo puedo moldear de acuerdo con mis deseos? La aceptación de lo inevitable.
- Algo fundamental es el trabajo sobre las emociones/sentimientos (algo que se observa directamente en el segundo material) desde un punto de vida terapéutico existe una herramienta básica y fundamental para este abordaje. La Terapia Gestalt, ella posee dos aspectos vitales: Permite el trabajo simultaneo ( y eficaz) con un amplio numero de personas ( el numero deseable en los grupos gestálticos oscila en alrededor de 15 personas) y su foco de trabajo vital son las EMOCIONES/SENTIMIENTOS.
Taoly Ambiguo
Sanchezky